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La historia del atleta que corría descalzo y ganó oro en unas Olimpiadas

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Cuando la perseverancia y el llamado del destino se juntan, pueden dar grandes resultados. Ese fue el caso de Abebe Bikila, el primer africano en ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos, convirtiéndose en una fuente de inspiración para sus compañeros y familiares en África, y que no derrotaría ninguna adversidad, incluido el hecho de quedarse sin movimiento en las piernas.

Nació en 1932 en Jato, un pueblo de Etiopía como hijo de un pastor de cabras. Bikila dedicó la mitad de su infancia a ayudar a su padre en el campo y ser estudiante la otra mitad de su tiempo. Sin embargo, fue hasta los 12 años cuando aprendió a leer. Sus habilidades en el deporte eran notorias desde ese momento ya que no sólo le gustaba correr sino que también era un buen nadador, jugaba hockey en el invierno y tenía gran potencial como corredor de caballos.

A los 17 años se mudó a la capital de Etiopía y tres años después se alistó en la Guardia Imperial de Haile Selassie para encontrar un sustento para él y su familia, y formó parte del programa de actividades deportivas del ejército.

Cuando cumplió 24 años comenzó el destino en las pistas lo alcanzó. Durante un desfile de los atletas que participaron en las Olimpiadas de Melbourne 1956, Bikila preguntó quiénes eran las personas que desfilaban con el nombre de “Etiopía” en la espalda de sus playeras, cuando le dijeron que eran los deportistas que habían representado al país decidió que él sería uno de ellos en los siguientes Juegos Olímpicos.

Ese mismo año y con motivo de reunir a la fuerza armada, aérea y naval, se organizó un campeonato de atletismo en el ejército donde participó y destronó al héroe del momento Wami Biratu, quien lideró el maratón durante los primeros kilómetros, sin embargo, fue el joven de 24 años quien llegó primero a la meta con un tiempo de dos horas, 39 minutos y 50 segundos. Onni Niskanen, coach Suizo y director de atletas, notó el desempeño del atleta y decidió apoyarlo.

Tiempo después rompió el récord de 5000 y 10000 metros para dar un paso más a su calificación a los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y lograr su sueño de portar su propia playera con el nombre de “Etiopía” en la espalda.

Bikila, quien se integró al equipo de atletismo, siguió siendo un diamante en bruto ya que fuera de su país era un total desconocido y no había conseguido representar a su país en las Olimpiadas de 1960 si no hasta que uno de los atletas se lesionara durante un partido de fútbol y fuera convocado de emergencia a Roma.

El atleta sin zapatos llegó a Roma en 1960

Fue un 10 de septiembre de 1960 cuando el etíope piso suelo olímpico. La carrera inició en la Plaza del Campidoglio al lado de los demás competidores, sin embargo, no sólo llamó la atención por su velocidad durante los primeros kilómetros, sino porque realizó la carrera sin zapatillas para correr.

Nike, quien fuera el patrocinador de los tenis para los atletas de ese año, lo proporcionó numerosos modelos para que eligiera sin éxito alguno.

Tras el oro, su carrera continuó en diferentes competencias internacionales como el Manichi maratón en Osaka, el cual también ganó. No sólo fue el primer africano en ganar una medalla de oro sino que también estableció un récord mundial con un tiempo de dos horas, 16 minutos y 20 segundos, el cual superó cuatro años después en las Olimpiadas de Tokio 1964, las primeras en organizarse en Asia con un tiempo de dos horas, 12 minutos y 11.6 segundos. El reconocimiento de esta medalla no sólo se debió a su tiempo, sino que también sorprendió ya que 36 días antes fue intervenido quirúrgicamente de una apendicitis.

“Otros no conocen a Abebe como yo. Él no tiene miedo de sus rivales. Él tiene voluntad y entrega. Nunca he visto a alguien como Abebe. Abebe fue creado por sí mismo, no por nadie más”, fueron las palabras de su entrenador Niskanen tras su victoria.

Durante su conferencia de prensa predijo que también sería el único ganador del maratón durante las olimpiadas de México 1968, sin embargo, una molestia en una de sus piernas desde 1967 se puso entre él y la medalla de oro al abandonar la competencia en el kilómetro 15 por la molestia del dolor.

México 1968 fue la última vez en la que el atleta estuvo de pie ante un estadio olímpico.

Se apaga una estrella

Un año después de su participación en México, Abebe sufrió un accidente automovilístico, el cual lo dejó tirado sobre la carretera toda la noche sin poder moverse. El resultado fue la parálisis total de sus piernas, la cual no podía ser tratada en su país, por lo que lo enviaron al hospital Stoke Mandeville en Inglaterra.

“Los hombres de éxito conocen la tragedia. Fue la voluntad de Dios que ganase en los Juegos Olímpicos, y fue la voluntad de Dios que tuviera mi accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia. Tengo que aceptar ambas circunstancias como hechos de la vida y vivir feliz.”

El tratamiento no tuvo éxito pero eso no le impidió seguir con las ganas de triunfar y en 1971 participó en la competencia de deportes parapléjicos en Inglaterra en el deporte de tiro al arco, donde quedó en séptimo lugar. Asimismo, participó en las competencias de Noruega donde quedó en primer lugar en carreras de trineo.

Su regreso a las olimpiadas se dio en 1972 en los juegos de Munich como invitado especial, donde recibió una ovación de pie por parte de todo el estadio olímpico cuando entro en su silla de ruedas.

Un derrame cerebral, efecto de su accidente automovilístico, terminó con su vida en 1973.

Al final, el sueño por el que Abebe Bikila siempre trabajó se volvió realidad:

“Siempre quise que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ganó con determinación y heroísmo.”

Fuente: www.entrepreneur.com