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El pie cavo y su tratamiento con plantillas ortopédicas

Al contrario que los llamados pies planos, se denominan pies cavos, a aquellos cuya altura del arco longitudinal medial es superior a la que mostrarían unos pies normales. Esto provoca que la superficie de apoyo del pie sea mucho menor cargando todo el peso corporal en las zonas anterior y posterior del pie.

Cualquiera que sea la causa que lo produce, lo cierto es que al parecer se genera una disfunción de la musculatura propia del pie. La elevación exagerada de la bóveda plantar y la excesiva convexidad del pie suelen acompañarse del acortamiento de los potentes músculos de los dedos, lo que acaba por generar, los llamados dedos en garra. Ello conlleva el acortamiento del pie, apreciándose una sobrecarga en la parte anterior del mismo que provoca metatarsalgia y callosidades en el antepié.

Las personas afectadas de pie cavo son más inestables en su caminar, precisamente por tener una menor superficie de apoyo en el suelo. Por eso tienden a padecer más esguinces de tobillo, además de presentar una mayor tendencia a desarrollar patologías, como la fascitis plantar. En los casos extremos, el apoyo sobre la parte anterior del pie es tan exagerado que, a los dolores debidos al metatarso excesivamente salido, pueden unirse ulceraciones por el roce que produce dicho hueso. Esto puede conducir al desarrollo de artrosis en todas las articulaciones del pie.

Las causas de su aparición son muy variadas. Las de carácter congénito suelen ser inapreciables en el recién nacido debido a la capa de grasa que presenta en la planta del pie. Hasta los tres o cinco años la bóveda plantar no acaba de formarse por completo pero, si se llegara a apreciar el pie cavo en el bebé, debe ponerse en alerta pues suele ser un síntoma de un problema neurológico. El pie cavo idiopático del adolescente, solo muestra una altura exagerada del arco plantar, sin alteración ósea del pie. Se le conoce como secuela de pollo y se debe a una posición errónea del calcáneo, desarrollando más su porción posterior, que se muestra muy vertical, llegando a tomar la forma de “culata de revolver”. Por el contrario, el astrágalo aparece muy horizontal, haciendo que el ángulo calcáneo-astrágalo esté muy disminuido. Pacientes con problemas neuropáticos, afectados de secuelas de la poliomelitis o amputados infantiles con un solo miembro inferior suelen también presentar pie cavo.

En la mayoría de los casos, un tratamiento corrector con plantillas que aumenten la superficie de contacto, aumenta la estabilidad del pie. Además se suelen añadir unas almohadillas o cuñas, que alivian las zonas del pie donde la presión es más exagerada. Es un problema relativamente frecuente en las personas, especialmente entre las mujeres y que, estando dentro de los parámetros radiológicos normales, sin embargo provoca dolor metatarsiano. En el caso del pie cavo idiopático del adolescente, la degeneración es progresiva y no puede tratarse con métodos conservadores como las plantillas. La solución al problema, entonces, pasa por la vía quirúrgica.

En las personas hasta los cincuenta años suele intentarse variar el ángulo de incidencia de los metatarsianos con el suelo. Ello se logra realizando cortes en el hueso que consiguen aplanar el mismo. Es una cirugía bastante agresiva y dolorosa pero, a la larga, muy agradecida en cuanto a sus resultados. A partir de los cincuenta años se busca más la fijación de las articulaciones de la parte posterior del pie, intentando aplanarlo y estabilizarlo. Las operaciones quirúrgicas para la corrección del pie cavo van desde la transposición tendinosa a la osteotomía del calcáneo para corregir el varo, pasando por otras como por ejemplo la osteotomía del mediopié. Pese al éxito de la cirugía en general el paciente deberá llevar de por vida plantillas de descarga anterior y en ocasiones habrá de modificar su calzado para lograr el acomodo de su empeine.

Fuente: www.saluspot.com