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Diferencias entre el calzado deportivo de damas y el de caballeros

Hay suficientes diferencias biomecánicas entre el hombre y la mujer como para que en los últimos tiempos y cada vez más, las grandes marcas se preocupen por construir a medida de cada sexo sus zapatillas más preciadas.

Para empezar -y ésto ocurre en la gran mayoría- en un mismo modelo de zapatilla la versión para hombre es significativamente más pesada que la de mujer. Se debe principalmente a que a misma talla la amortiguación es menor y en ocasiones hasta los materiales que sirven para amortiguar son más ligeros, pues las mujeres necesitan menos amortiguación y les sería más complicado mover la misma cantidad que los hombres. Así que a igualdad de tallas, una misma zapatilla soporta menos peso en la versión de mujer.

La flexibilidad es otro aspecto directamente relacionado con la biomecánica de las mujeres, pues también es mayor en las zapatillas femeninas que están modificadas para ellas: las piezas del arco suelen ser menos duras para moverlas mejor y los surcos de flexión son más grandes o hay más (en la imagen de la Adistar Ride 3 lo puedes ver). Además, la forma del arco tampoco es igual entre hombres y mujeres, por lo que también es diferente en algunas zapatillas femeninas.

Por otra parte, la horma cambia tanto en medidas como en forma (empeine). El pie de la mujer es más ancho en la parte delantera y más estrecho en la trasera, por lo que las zapatillas que lo tienen en cuenta están construidas de esa forma, con más anchura en el antepié (zona de juanetes) y más estrechas en el talón para que se ajusten como un guante.

Últimamente se han empezado a hacer en las versiones para mujer con un talón más elevado para que la recepción al golpear el pie en el suelo sea mejor y el talón de Aquiles no se cargue tanto.

Y cómo no, los colores. A simple vista se puede diferenciar una versión masculina de una femenina por el color de la zapatilla.

¿Puede un hombre utilizar zapatos de mujer o viceversa?

A menudo se suele plantear esta pregunta en corredores: “¿Pasa algo si me calzo unas zapatillas de chica?” y al contrario en corredoras.

Lo ideal es que una corredora corra con zapatillas para mujer, y un corredor para hombre, pero en un mundo ideal también habría tallajes enteros de cualquier zapatilla en tu tienda habitual y las de hombre y mujer estarían al mismo precio (tratándose del mismo modelo).

Así que la respuesta al problema es doble: “por supuesto, cálzatelas sin problemas” e “imposible, las notarás incómodas y puede que no te vayan bien”.

Llevar una zapatilla del otro sexo puede que te vaya bien, sobre todo si siendo hombre calzas una talla muy pequeña (o siendo mujer calzas una grande) y tienes dificultades para encontrar zapatillas, pero tendrás que fijarte en un par de detalles.

En primer lugar, cuando te calces una zapatilla del otro género fíjate sobre todo en el ajuste. El pie no tiene que ir suelto, sobre todo en la zona del tobillo. En segundo lugar, intenta probarlas (anda e incluso trota un poco en la tienda) y fíjate si te hacen rozaduras en alguna zona. Teniendo en cuenta estos dos aspectos no tiene por qué haber ningún problema.

Fuente: www.foroatletismo.com