Con el buen tiempo llega el momento de sacar del armario esos zapatos y sandalias de verano tan bonitos que nos compramos el año pasado o estrenar las últimas novedades con las que nos hemos hecho este año pero seguro que la idea de nos hagan rozaduras nos hace pasar un mal rato incluso antes de que nos los hayamos puesto.
Pero las rozaduras son evitables, hay algunos trucos muy sencillos que ayudan a evitar que se produzcan y que podamos disfrutar de nuestros zapatos nuevos sin sufrir porque, aunque hayamos echado un cargamento de curitas en el bolso, no conseguiremos nada ya que las curitas ni evitan ni alivian el dolor más allá de los primeros momentos cuando están recién puestecitas, pero en cuanto damos un paso se despegan y van colgando por el borde del zapato o se arrugan y se cuelan dentro.
Talla correcta:
Aunque puede parecer obvio, el número de zapato que usamos no tiene porqué ser siempre el mismo, dependerá de cada fabricante así que es muy importante probarse bien el zapato, que los dedos no lleguen a tocar la punta del zapato. Y probarse los dos zapatos, ya que siempre hay diferencias entre un pie y el otro, y coger la talla que mejor se adapte.
Medias plantillas:
Como suele muy común que un pie sea más pequeño que otro, es preferible comprar el zapato que se adapte al pie más grande y luego podemos usar una media plantilla para ajustar el otro zapato al pie más pequeño.
Crema hidratante:
Aplicando un poco de crema de manos o corporal dentro, en los bordes y costuras del zapato, especialmente los de piel que son más duros, ayuda a que se reblandezcan y se adapten mejor a nuestro pie. Como si de nuestros propios pies se tratara, hay que frotar hasta que la crema quede bien impregnada.
Horma:
Si vemos que el zapato es muy estrecho y es probable que acabe haciéndonos daño, mejor es prevenir que lamentar y si lo llevamos al zapatero, éste tiene un aparato llamado horma, donde se introducen los zapatos durante varios días para ir abriéndolos a lo ancho.
Congelador:
Si nos hemos dejado llevar y, al final, hemos comprado el zapato un poco estrecho, lo primero que podemos hacer es llenar una bolsa de las que venden para congelar alimentos y llenarla de agua hasta la mitad y cerrarla bien. La metemos dentro del zapato en la parte que te quedaba más ajustado y lo metemos en el congelador.
Al congelarse el agua aumenta de tamaño, con lo que ayuda a que el zapato ceda, y la humedad le hace más maleable. Hay que ponérselo nada más sacarlo del congelador para que se adapte al pie y coja la forma deseada.
Papel de periódico:
Otro truco para ensanchar un zapato es darle crema hidratante por dentro y meter bolas de papel de periódico humedecidas hasta que el zapato esté bien lleno y se dejan así un par de días antes de ponérselo o hasta que nos los vayamos a poner.
Agua o alcohol:
Se trata de humedecer con agua (mejor caliente) o alcohol la zona del zapato que nos roza y ponerlo hasta que se seque y haya cedido un poco.
Este truco sólo vale con zapatos de piel pero hay que tener mucho cuidado porque si es una piel muy porosa, el agua o el alcohol pueden dejar marca.
También podemos recurrir a unos sprays especiales que venden en las zapaterías para ablandar los zapatos y adaptarlos a cada pie. Después de echar el spray hay que ponerse los zapatos con calcetines durante media hora como mínimo para que cedan.
Usarlos antes para andar en casa:
Si nos hemos comprado unos zapatos para una ocasión especial, además de probar otros trucos, también es fundamental usarlos algunos días antes para andar con ellos por casa. De esta manera, el pie se adapta al zapato y si hay alguna zona más «comflictiva» podemos ponerle remedio antes del día D.
Anti-rozaduras:
En las farmacias hay cremas protectoras que proporcionan una película con el efecto de una segunda piel o un poquito de vaselina antes de ponernos los zapatos tienen también un efecto preventivo.
Pinkies:
Como llevar calcetines en verano puede ser un verdadero suplicio, siempre se puede recurrir a los clásicos pinkies que usaban nuestras madres y abuelas. Hoy en día los hacen de forma que se puedan usar con casi todo tipo de zapatos y sandalias y hasta con almohadillado para aliviar las zonas que más se sobrecargan.
Además de proteger hacen que, al contrario de lo que puede parecer, el pie vaya más fresco porque absorben la humedad y el sudor.
Plantillas de silicona o servilletas de papel
Las medias plantillas de silicona para el talón hacen que éste se eleve y el zapato deje de rozar aunque si estamos en la calle, notamos que nos roza el zapato y no tenemos dónde comprar plantillas, unas cuantas servilletas de papel bien dobladitas colocadas en el talón tiene el mismo efecto y siempre podremos encontrar servilletas de papel en cualquier bar.
Hidratar los pies
Al igual que hay que preparar el calzado, nuestros pies no deben ser menos, un poco de crema hidratante o vaselina en las zonas más susceptibles de sufrir el roce del zapato ayuda a que el pie esté preparado.
Fuente: ABC.es